miércoles, 4 de febrero de 2009

"Bendita suciedad"

Quien no ha contemplado alguna vez los guantes de un boxeador, con el cuero limado por el uso y parcheados con cinta adhesiva, la raqueta de un tensita con trocitos de plomo para ajustar los pesos a gusto del jugador, auténticos plomitos de pescador, aplanados con martillo y luego solapados a la raqueta con cinta de carrocero, la guitarra de un músico de rock, con sus cantos decapados por el uso, alguna pegatina que otra en algún agujero que hizo en su guitarra acústica, tras un descuido en un concierto con cervezas de más , las botas talismán de un futbolista, no las de “la foto” sino las que le dan suerte para meter goles totalmente desgastadas por el uso y a las que les tienen que parchear el logotipo de la marca que le contrata ,las salpicaduras de sangre del toro sobre la mejilla limpia y recién rasurada del matador que incluso llegan a transformarse en diestras pinceladas sobre el inmaculado blanco de la camisa,o, el flequillo distraído del tupé de Elvis. Todos estos elementos son las auténticas herramientas que ayudan a sus portadores a poder realizar verdaderas obras de arte.
Los pintores también tenemos nuestros pinceles desgastados y predilectos a la hora de lograr ciertos efectos, nuestro rinconcito más cutre en el estudio pero indispensable para encontrarnos con nuestros mejores trabajos, nuestros momentos del día más incómodos para estar en activo pero más fructíferos para el oficio. Pero ante todo, quién ha contemplado verdaderas obras de arte en pintura, lo sabe, puede entender lo que son las desviaciones del bastidor, las gotas de pintura que nos salpican en un lugar no deseado pero que con el tiempo terminan siendo como el lunar que remataba los sensuales labios de Marilyn. Los craquelados del tiempo que un buen trabajo de restaurción aplana pero que deja mantener las huellas que el tiempo ha dibujado con esos quiebros de la pintura .
Gran parte de las gotas que Pollock derramaba se quedaban fuera de las fronteras de las telas, y llegaban a formar parte de el otro lienzo que era el suelo. El tiempo ha borrado la total policromía de la Dama de Elche, sin embargo a mas de uno nos defraudaría verla hoy tal y como fue trabajada en su día. Hace un par de décadas a todos nos dejó algo desilusionados ver los dibujos animados en los que se habían convertido los frescos de la capilla Sixtina tras la limpieza y eliminación de su pátina gris, pero era tal y como Miguel Ángel la presentó en su día, sólo que la huella del tiempo es una gran aliada de la calidad estética, eso a lo que los Japoneses denominan “saba”=la roña, los sedimentos del tiempo; y entonces fue un gran palo visual para los que estábamos acostumbrados a apreciarla con sus deterioros, quien sabe como nos sentaría hoy ver a la Venus de la Concha con cabeza y extremidades, algo similar a lo que sentiremos algunos cuando veamos a la Sagrada Familia ¿de Gaudí? Terminada, o mejor dicho parcheada.

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